Prácticas duales en NORMICRO

Normicro ha sido durante un año como mi segunda casa. He pasado mas tiempo entre máquinas, cableado y ordenadores que entre mi propia gente. Pero puedo decir que es un sacrificio insignificante en comparación a lo que he ganado. Lo que he ido aprendiendo en clase está bien, pero como complemento. Donde realmente he aprendido ha sido en Normicro. No solo en el ámbito de la informática; He aprendido a tratar con clientes, a buscar salidas a situaciones difíciles, a gestionar todo por correo electrónico y a asumir responsabilidades.

No negaré haberlo pasado mal, haber sufrido e incluso haber llegado al punto de plantearme dejar la dual. Sin embargo, al poco tiempo me di cuenta del error que habría cometido. Como en todos los trabajos nuevos, los inicios son duros y si a eso le añades poca confianza, pocos conocimientos de la materia y el compaginar el trabajo con los estudios obtenemos un cóctel mortal.

Los primeros meses, de junio a agosto, fueron de jornada completa de lunes a viernes, aunque hubo días en los que llegué a trabajar más de 14 horas. La primera semana fui de ayudante. Sin embargo, lo único que hice fue reparar cajeros automáticos de Kutxabank, cosa que un mes después se dejó de hacer. Si, aprendí algo, pero por falta de práctica y continuidad no recuerdo gran cosa. La mayoría eran reparaciones mecánicas (engranajes mal engrasados, papel atascado, algún cable suelto o algún elemento estropeado). Hasta finales de junio me dediqué a reparar teclados de ordenador que se vendieron defectuosos en varios centros educativos de la zona.

Una semana después, en Julio, comenzó la verdadera experiencia (por no decir aventura o agonía). Ahora me alegro de que fuese así. Sin haber terminado la formación, haber tratado nunca con clientes o haber abierto nunca una maquina industrial me dieron una mochila con la dotación básica, las llaves de un Renault Clío, un teléfono móvil y para cuando me di cuenta ya estaba frente a un ordenador abierto en canal. Poco a poco fui acostumbrándome, pero cada día había algo nuevo que aprender.

De agosto a febrero ha sido el período en el que más relajado he llegado a estar en Normicro. 3 días a la semana de trabajo, de 7:30 a 12:00 (variaba un poco) y cobrando lo mismo. 

Lo más difícil fue compaginar el trabajo con los estudios. Es cierto que hay cierto grado de comprensión por parte del profesorado que tiene más “manga ancha” en cuanto a cumplir fechas de entrega de trabajos. De todas formas, eso no es lo que me ha costado. Lo más difícil ha sido algo que no pude haber imaginado el año pasado. El sistema de Retos del centro resultó ser más sacrificado de lo que esperaba. El primer curso se centraba en ir a clase, atender, tomar tus apuntes, estudiar, hacer ejercicios y exámenes. Sin embargo, en segundo curso los trabajos diarios, el trabajo en equipo y el compromiso eran el pan de cada día. Me ha costado acostumbrarme a este sistema de dependencia grupal y más aún compaginarlo con el trabajo. Aunque como todo, fue cuestión de saber gestionar el tiempo y coger el ritmo.

En total creo que he llegado a tocar casi todas las ramas de la informática, algunas bastante por encima, pero he podido verlas de cerca y aprender de ellas; redes, virtualización de servidores, hardware, software, mantenimiento, fibra óptica, windows, mac, linux… Ha sido un año muy completo, emocionante y frenético.

En definitiva a sido una experiencia dura pero que ha merecido mucho la pena. No hay mejor forma de meterse en el mundo laboral que tirarse de cabeza a los cocodrilos. Con suerte seras recompensado con un contrato y en el peor de los casos saldrás de allí con el curriculum completo, con contactos y con experiencia laboral, que hoy en día es imprescindible.

 

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